Sentado bajo la sombra de un jazmín, el diseñador de moda italiano Roberto Cavalli mira a su alrededor. «Camino por estos jardines con mi cámara en la mano, tomando fotos de flores, mariposas y hojas. Ellas me inspiran», dice. E inspiración es lo que menos parece faltar en su hacienda de 14 hectáreas, ubicada cerca de Florencia, no sólo porque es la que da origen a sus vestidos de alta costura, sino también a la diversificación de sus productos, que ya incluyen perfumes, anteojos, cuchillería y hasta ropa de cama.
Una reja discreta abre paso a una vía frondosa que lleva a la casa. En el camino hay una escultura de un caballo hecha por Arturo Di Modica –cavalli significa caballos en italiano–. Aquí vive hace más de 30 años, en un lugar que se mantiene al margen de lo cambiante de la moda. Nacido y criado en Florencia, compró la casa en 1973. «Luego de divorciarme de mi primera mujer, necesitaba un espacio en el campo donde criar a mis hijos, así que arrendé una pieza acá. Una familia vivía en el piso de abajo y todos los niños jugaban juntos; era como una gran familia feliz. Luego, en 1980, los dueños nos dijeron que pensaban vender el lugar, así que decidí comprarlo».
Junto a él vive su señora Eva, los tres hijos que tienen juntos, Robert, Rachele y Daniele, y Tommaso y Cristiana, de su matrimonio anterior, además de unos cuantos perros y pájaros. La casa está construida alrededor de una torre que data del siglo XV. Como la defensa de Florencia mejoró, la torre no se necesitó más. «Un campesino la compró. Con el tiempo tuvo un hijo así que le construyó una pieza al lado. Luego compró una vaca e hizo un establo. Con los años el lugar creció, pieza por pieza. Nunca se le consultó a un arquitecto, sólo evolucionó, por lo que tiene carácter».
Una vez adentro, en la salita, Cavalli apunta a las vigas en el techo, los azulejos de terracota y las toscas piedras de los muros. “A veces me gustaría que pudieran hablar. Estas paredes y maderas han visto tanto”, dice con una sonrisa.
El tour continúa alrededor de su colección de madonnas: las hay del siglo XV de Umbría, del siglo XIII de Siena y una dorada del siglo XIV. El abuelo de Cavalli, Giuseppe Rossi, fue un reconocido pintor impresionista, y Cavalli es un agudo coleccionista de arte. En el living tiene una variedad de vasijas de vidrio de Daum y Galle, y una pintura del italiano Giovanni Boldini. Pero también hay piezas modernas. Un sillón cubierto con un género estampado con piel de cebra y oculto bajo una manta blanca domina uno de los salones, mientras hay lámparas, cojines, copas de vino y porcelana repartidas por todos lados con su firma… son todos de la colección de casa de Roberto Cavalli, que lanzó en Milán el 2012 y que ahora incluye también alfombras, ropa de cama, azulejos y papel mural. “Diseñé piezas que no parecieran ni muy antiguas ni muy modernas. De hecho, cada una tiene su propia personalidad y calza perfectamente en mi casa”.