Simplemente elegante

Con vista a un parque, este departamento aporta la calidad de vida que la familia que lo habita tanto buscaba.

Es difícil imaginar que todavía quedan lugares como este en Santiago. Para la dueña de casa fue amor a primera vista. Le bastó abrir la puerta, ver la profundidad de la entrada y la vista al espectacular parque que tenía al frente, para decir “sí, este es”. Siempre se dice que el cambio de casa es estresante, pero para ella fue un cuento nada que ver. Disfrutó a concho el proceso porque, como dice, le puso “harto cariño y amor”. Vive con su familia acá desde julio, y el lugar les ha dado todo lo que andaban buscando: calma, seguridad y calidad de vida.

La estética de este departamento en San Damián es increíble. Cada rincón tiene un detalle, y cada espacio una identidad propia. Para lograr un resultado tan elegante y armonioso, sin ser recargado pero tampoco aburrido, la dueña de casa pidió ayuda a la reconocida decoradora argentina María Silvia Loitegui, a quien conoció mientras vivió en Buenos Aires. María Silvia vino por dos días a Chile, aplanaron las calles de Santiago buscando lámparas, mesas, sofás, cuadros, de todo. Les costó encontrar lo que andaban buscando: piezas únicas, que detrás tuvieran oficio. Pero lo lograron.

“Siempre sueño con crear ambientes donde la gente se sienta feliz, y creo haberlo logrado”, dice la decoradora. Para ella lo importante era representar lo más fielmente posible la personalidad y gustos de su clienta y amiga, una mujer clásica, pero que también disfruta de lo contemporáneo. “Si bien la casa tenía una buena planta, los materiales parecían muy pretenciosos y poco cálidos. Siempre me inclino por lo simple”, agrega. Por eso remodelaron harto. En la entrada pusieron una biblioteca con libros antiguos, entremedio hay esculturas y algunas piezas de arte. Además, dos bancas con versos de Pablo Neruda dan la bienvenida. En la cocina, la diseñadora Belén Briones armó un comedor de diario tan lindo como si fuera el principal.

En el living pusieron un gran sofá que funciona perfecto cuando la casa está llena de gente o cuando son pocos, lo diseñó Angela Vergara. El toque moderno lo da un gran espejo redondo con dos cuadros de Matilde Benmayor a cada lado. ¿Lo clásico? Una cómoda holandesa con un cuadro del pintor francés Raymond Monvoisin, cosas que heredó de la familia de su suegra, y un reloj francés que tiene más de 200 años. “Nadie quería a la señora (la pintura), pero yo la encontré lo más ondera que hay”, se ríe la dueña de casa. Es uno de sus rincones favoritos del departamento. Sin ser pretencioso, el lugar tiene un carácter único, una mezcla perfecta entre lo elegante y lo más moderno. Lo mismo con el baño de visitas, lo pintaron negro, bien audaz, para darle un look más osado.

También es admiradora del arte y siempre ha estado ligada al mundo de la cultura. Tiene distintas obras por todas partes. Antes de la puerta de entrada del departamento está una de las más increíbles, una escultura de la artista plástica Paula de Solminihac, que le regaló su marido cuando cumplió 50. En el comedor tiene un cuadro del pintor uruguayo Manuel Pailós, en la terraza una escultura de Hernán Puelma (el mismo que hizo la icónica y enorme obra de varios hombres andando en bicicleta en el Parque Bicentenario) además de muchas otras piezas de artistas jóvenes que le encantan.

Su pieza es un mundo aparte. Es por lejos, el lugar que más le gusta. Con géneros forró todas las paredes en azul y blanco. Y sobre un escritorio, en un muro, puso una serie de grabados de la argentina Lucrecia Orloff. Le fascina esta obra que retrata diferentes personas que iban a ver la ópera en el Teatro Colón de Buenos Aires. La pieza da a un jardín que armaron las paisajistas Nessi Couve y Carolina Arteaga. El lugar tiene una calma increíble, se pueden escuchar los pajaritos y el sonido del agua de una fuente.

En familia, aprovechan cada uno de los espacios. Todas las noches comen juntos en el comedor. Se pueden pasar tardes enteras en alguna de las terrazas (cada pieza, además del living, comedor y estar dan a una diferente) disfrutando del parque que tienen al frente. Le encanta poner la mesa, y tiene miles de tacitas de té antiguas, de sus viajes trae platos y muchas otras cosas. “Tengo un montón de cosas que he ido heredando, me encanta el tema del café, del té, cuando invito me encanta armar todo, lo hago porque es un placer, lo disfruto, no se me hace pesado. Es como jugar”, remata.

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