Una propuesta de segunda vivienda no convencional: eso es Ochoalcubo, el proyecto dirigido por Philippe Godoy en Los Vilos. “Queríamos mostrar que un desarrollo donde se privilegia la arquitectura y la calidad constructiva, es posible. Es por eso que en nuestro proyecto nunca se repite un arquitecto y las construcciones son honestas, no hay nada de pirotecnia en ellas”, asegura Godoy.
Para la primera construcción de este conjunto recurrieron nada más y nada menos que al ganador del Pritzker 2016, el arquitecto chileno Alejandro Aravena, quien echó a volar toda su genialidad. “Alejandro quiso hacer una casa con elementos primitivos e irreductibles, posicionados por la fuerza de la gravedad, para hacerle frente a la naturaleza potente del lugar. Es un refugio, con un gran fogón al medio que permite explorar nuevas formas de habitar el hogar”, cuenta Godoy.
Un conjunto de bloques irrumpe en el tranquilo paisaje de Los Vilos. En su interior, guarda un patio central con una gran chimenea. Ese es el módulo inclinado que se ve. Pareciera estar apoyado contra la torre, pero no es así. “Esto supuso un gran esfuerzo estructural”, comenta Godoy.
En la fachada Aravena optó por postigos de madera, todo un desafío de arquitectura y de construcción, ya que tenían que resistir los embates de la naturaleza. “Las partes móviles no se podían deformar, de lo contrario no funcionarían. Optamos por madera acetilada, que se vuelve totalmente inerte con el proceso. El sistema para manipular los postigos también fue hecho a medida”, dice Godoy.
Una de las características más diferenciadoras de esta casa es el dormitorio principal, que tiene una gran puerta corredera que la une al living, entregando una sensación de amplitud espectacular. También llama la atención el patio central, gracias a sus ventanales correderos colgantes, lo que permite que no haya rieles en el piso y además entrega una sensación de imprecisión entre el interior y el exterior.
La construcción fue terminada en 2019 y Godoy cuenta que el proceso fue bastante rápido y sin contratiempos, gracias a la vasta trayectoria del premiado Alejandro Aravena. Además, esta casa fue la primera de este proyecto en Los Vilos, lo que la hace muy especial.
Construir en este lugar tranquilo buscaba continuar con esa sensación de paz que entrega Los Vilos, sin entorpecer el paisaje, sino haciéndolo aún más pacífico. “La casa quiere ser una gran roca que estuvo ahí hace mucho y nadie sabe cuánto, realmente”, concluye.