La diseñadora belga Laure-Anne de Somer llegó a Chile hace 12 años, con la idea de dedicarse al interiorismo. Aunque su formación iba por el lado del vestuario, siempre había estado relacionada con la decoración. “Vengo de una familia que está muy metida en este tema, en el arte, en las telas. Mi mamá es decoradora de toda la vida, igual que mi hermana”, cuenta Laure. Finalmente, hace cuatro años, decidió dar el salto y dedicarse completamente al interiorismo con su propia oficina, LADS (@___l.a.d.s.___)
Uno de sus últimos proyectos es una casa proyectada por Mathias Klotz como parte de un proyecto inmobiliario, que pudo decorar completamente para un matrimonio belga-argentino que vive en Santiago. “Cuando me preguntan sobre mi estilo, no tengo idea… Pero sí la influencia belga está en mis genes, ese estilo muy depurado (casi demasiado perfecto a veces). Para mí el estilo belga es sinónimo de confort living, con materiales nobles, lo esencial, las terminaciones, lo único. Pero los viajes, las distintas culturas y mi experiencia personal, me enseñaron a abrir los ojos y tomar lo mejor de cada lugar”, explica Laure.
Para este proyecto, la interiorista tuvo que partir de cero: cuando los dueños de casa se cambiaron solo se llevaron un sofá y una mesa de la antigua casa. “No hubo un pedido en particular de los dueños de casa”, cuenta Laure. “Yo les fui mostrando lo que me imaginaba y ellos muy rápidamente se sintieron en confianza con lo que les propuse. Traté de que fuera algo único y atemporal; la mayoría de los muebles están diseñados y pensados por mí y la idea era lograr algo orgánico y depurado a la vez, jugar con formas y materiales distintos”. Para eso, desarrolló un par de muebles en calco, un material que no había visto en Chile, que es como una pintura con arena, además de una mesa de comedor inspirada en Charlotte Perriand, con formas irregulares, entre otras piezas.
Para Laure, la obra “maestra” de su diseño fue un gran biombo enchapado en raíz que diseñó con una estética medio vintage, pensando específicamente en uno de los rincones del living, “para redondear los ángulos”, explica. “Cuando lo pusimos fue como: ahora sí se cerró el proyecto. El resultado valió demasiado la pena. Tanto para mí como para el mandante”.
Eso sí, Laure-Anne reconoce que la casa todavía no está terminada, y eso le gusta. De a poco ha ayudado a los dueños a elegir ciertas obras de arte, pero le interesa dejar espacios para que los puedan ir llenando con el tiempo. “Qué rico seguir avanzando en tu casa, lenta y orgánicamente. Vas de vacaciones o vas de viaje, ves algo y lo compras, y tienes un espacio para poder ponerlo. Me gusta que sigan avanzando con tranquilidad, es mucho más entretenido. Esa es un poco mi filosofía. Piano, piano”, reflexiona.