En medio de la pandemia, en 2020, esta familia encontró un terreno disponible en la orilla de un lago en Canadá, el lugar perfecto para construir su casa de campo. Llamaron entonces al estudio de arquitectura Ghoche, que recibió el siguiente encargo: integrado al entorno, moderno, luminoso y cálido; ese era el sueño de sus dueños para esta casa, que querían disfrutar en familia, junto a sus dos hijos grandes.
Uno de los desafíos de Ghoche fue lograr el menor impacto posible en el terreno y maximizar la exposición a la luz solar, sin olvidarse de las vistas al lago. Después de explorar distintas alternativas, decidieron crear un volumen relativamente compacto, con una forma alargada y aerodinámica, que recuerda a una cabaña de madera tradicional. La casa tenía que mimetizarse con el paisaje, y fue esta idea la que inspiró el volumen negro, envuelto por el bosque. Como una sombra entre los árboles, la casa pretende ser discreta y oculta en el bosque, y es casi invisible desde el lago.
Los revestimientos exteriores también fueron elegidos para minimizar el mantenimiento y hacerla lo más durable posible. Para los muros trabajaron con madera de cedro de Quebec, que fue quemada con la técnica japonesa shou sugi ban, que le da un aspecto ennegrecido y mayor durabilidad. Para el techo, usaron una chapa de acero negro, y sus pronunciadas pendientes y generosos voladizos se diseñaron para mantener el agua y la nieve alejadas del perímetro de la casa.
La oscuridad del exterior contrasta con el interior: paredes pintadas de blanco, techos de listones de madera blanca, piso de concreto pulido y muebles en roble natural. La idea era trabajar con una paleta neutral para dejar espacio para las obras de arte, plantas y muebles coloridos, que transmitieran la personalidad de esta familia.
La planta principal de la casa se extiende en dos niveles conectados por escalones de hormigón, para seguir suavemente el paisaje. En el centro de este piso está la cocina, que domina el espacio; la gran isla es donde los dueños de casa cocinan aprovechando la vista y disfrutando con los amigos. En este espacio está también la sala de estar con una chimenea a leña y el comedor, que se extiende hacia una terraza cubierta con vigas de madera a la vista, para ofrecer una experiencia inmersiva con el bosque que está alrededor.
Subiendo la escalera de roble se llega al segundo piso, donde están los tres dormitorios: uno para cada uno de los hijos, y el de los dueños de casa. Cada una de estas piezas tiene acceso a la terraza de la azotea, además de un pequeño entrepiso privado con una ventana triangular: el lugar ideal para mirar las estrellas. Aquí, la naturaleza es la protagonista, de eso no cabe ninguna duda.