Buenos Aires. Recoleta. Llena de vida, colores, arte y cultura, la capital argentina esconde en sus rincones los lugares más espectaculares, como este departamento. En uno de los barrios más cotizados de la ciudad, este triplex clásico francés representa por fuera uno de los rasgos más característicos de Buenos Aires: una ciudad de estilo europeo como pocas en Latinoamérica. Por dentro es un cuento aparte, su dueña, la pintora
Cynthia Cohen, le ha dado un toque muy personal; el lugar es un reflejo fiel de su visión artística.
Vive acá hace diez años con sus dos hijas, su perra Yoko y su gata Ono. Por cosas de la vida tuvo que cambiarse de casa (aunque no vivía muy lejos de este barrio) y en la búsqueda se topó con este departamento. Supo desde un principio que era todo lo que quería, y el baño principal sólo reafirmó la decisión que tenía tomada desde que puso un pie en el lugar: sería suyo. “Es un departamento difícil de abarcar porque es muy grande, pero lo vi y dije aquí me quedo”, cuenta. Son cerca de 500 metros cuadrados distribuidos en tres pisos. Tiene dos ascensores interiores, de esos antiguos con reja, y una gran escalera que le da toda la prestancia propia de este tipo de construcciones de la década del 20. Cynthia no tuvo que hacer muchos cambios porque, como ella misma cuenta, el edificio fue construido por el reconocido arquitecto argentino Alejandro Bustillo y la estructura es muy noble. Lo que sí hizo fue transformar el patio del último piso en una terraza.
El contraste entre la arquitectura clásica y la decoración es tan fascinante como las obras de la dueña de casa. Su sello de pintora figurativa está por todas partes. En la entrada da la bienvenida un gran cuadro que ella misma hizo. En el comedor, otras dos pinturas de su serie Cacatúas se posan sobre un mural de hojas y plantas hecho por la artista Luisa Freixas, que hacen que el lugar parezca una jungla. Con baldosas en blanco y negro, una tina antigua y una lámpara de lágrimas que la pintora compró en un anticuario, el baño es como una máquina del tiempo que nos traslada directo a las primeras décadas del siglo pasado. A Cynthia el lugar que más le gusta es su pieza, en el segundo piso. Ahí están también las piezas de sus hijas y una salita de estar que pintó verde agua con la ayuda de las decoradoras Belén García Pinto y Magdalena Bengolea. Fueron ellas quienes la ayudaron con la última decoración y reorganización de la casa. En el living –que se divide en tres– Cynthia tiene una chimenea y una sala de música. En este espacio la dueña de casa práctica yoga, una de sus aficiones.
Llenas de vida, a Cynthia y sus dos hijas les encanta invitar amigos. Este es el departamento de las reuniones y fiestas, siempre está lleno de gente. Y la cocina es parte importante de estos rituales: a Cynthia le encanta llegar de una jornada larga en su taller y meterse en ella con sus libros de recetas; hace muchas cosas al horno como carnes, pescados y verduras. En invierno, es una experta en guisos y pucheros. “Llegar del taller y ponerme a cocinar me limpia el día, me encanta para despejarme”, dice.
Abajo, al frente del edificio, Cynthia abrió La Onion, una tienda de merchandising de sus obras. En el local predomina el arte y en el subsuelo hacen muestras de piezas pequeñas de sus amigos artistas, además venden libros, música, ropa. Es una especie de bazar, donde hay de todo un poco, y es uno de los tantos locales que repletan la calle donde vive. Esa es justo otra de las razones por las que Cynthia ama este lugar. “Lo que más me gusta de este barrio es que hay de todo”, afirma. De hecho, en la calle Vicente López con Rodríguez Peña hay un mercado con las mejores verdulerías, carnicerías y pescaderías. Perfecto para esta alma artista fanática de la cocina.