Óptica

Raquel Eskenazi y su aporte al imaginario residencial en Chile

Raquel Eskenazi Rodrich es una figura esencial en la historia de la arquitectura moderna chilena. Su carrera, marcada por la innovación y la gestión integral de proyectos, ha dejado una huella significativa en el desarrollo urbano y arquitectónico de Chile. A través de su trabajo en la oficina Schapira Eskenazi Arquitectos (SEA), Eskenazi no solo contribuyó al paisaje urbano de ciudades como Viña del Mar y Santiago, sino que también desafió las normas establecidas en una industria predominantemente masculina. Sin embargo sus registros personales son escasos y es necesario consolidar la información dispersa que hay de ella y poner en valor el aporte personal y profesional en este patrimonio urbano tangible e intangible que nos remonta a barrios más humanos.

Raquel Eskenazi nació el 12 de abril de 1926 en Perú. Hija de inmigrantes judíos turcos, su familia se trasladó a Chile, donde creció en Valparaíso y Vallenar. Su formación secundaria la realizó en el Liceo de Niñas N°3 de Santiago, y en 1943 ingresó a estudiar arquitectura en la Universidad de Chile. Durante su primer año de estudios conoció a Abraham Schapira, con quien se casó en 1949. Juntos participaron activamente en la Reforma Universitaria de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile en 1946, que abrazaba los principios modernos. Raquel se destacó como cronista de este proceso, documentando importantes testimonios de la época.

Eskenazi se tituló en 1950 y, junto con Schapira, fundaron la oficina Schapira Eskenazi Arquitectos (SEA). A lo largo de su carrera, Raquel combinó su talento arquitectónico con habilidades comerciales y de gestión, asumiendo un rol crucial en el éxito de la oficina. 

Edificio Michaely en Viña del Mar Foto: Soledad Larraín.

La carrera de Raquel Eskenazi está marcada por numerosos proyectos innovadores y de gran impacto. Durante las décadas de 1950 y 1960, la oficina SEA se especializó en el desarrollo de edificios residenciales y condominios. Su primer proyecto importante fue el Edificio Libertad 1 y Don Isaac en Viña del Mar, en 1954. Estos edificios destacan por su diseño moderno y la integración de elementos como balcones y fachadas moduladas, características distintivas de la arquitectura de SEA. Gran parte de su obra se concentró en el desarrollo de arquitectura residencial, específicamente en el rubro inmobiliario en comunas como Providencia y Viña del Mar, donde, mediante diversas obras residenciales, lograron crear un imaginario urbano que marcaría el carácter de estas ciudades

Uno de los proyectos más emblemáticos de Eskenazi fue el Conjunto Montecarlo en Viña del Mar, inaugurado en 1962. Este proyecto no solo fue pionero en la arquitectura de departamentos de veraneo, sino que también incorporó comercio en su diseño, marcando un hito en la arquitectura urbana de la ciudad. La oficina continuó su expansión con proyectos como el Edificio Ultramar, Atalaya y Hanga Roa, que consolidaron su presencia en el borde costero de Viña del Mar. 

Además de su trabajo en Viña del Mar, SEA desarrolló importantes proyectos en Santiago, especialmente en la comuna de Las Condes. Raquel Eskenazi jugó un rol esencial en la gestión y comercialización de estos proyectos, demostrando su habilidad para equilibrar diseño arquitectónico con viabilidad comercial.

Raquel Eskenazi fue una innovadora en el campo de la arquitectura. Su enfoque integral en la gestión de proyectos, que incluía desde la búsqueda de terrenos hasta la venta y postventa de los mismos, fue revolucionario en su época. Este modelo de gestión permitió a SEA mantener un control firme sobre el proceso de diseño y construcción, asegurando la calidad y coherencia en sus proyectos.

Una de las mayores innovaciones de Eskenazi fue la incorporación de balcones y fachadas dinámicas en sus diseños. Estos elementos no solo aportaban estética y funcionalidad, sino que también creaban un sentido de comunidad y conexión con el entorno urbano. 

La atención al detalle en la construcción y la calidad de los acabados se convirtieron en el sello distintivo de los proyectos de SEA. El legado de Eskenazi se puede ver en la continua relevancia de sus edificios, muchos de los cuales todavía están en buen estado y siguen siendo apreciados por su diseño y funcionalidad. Su trabajo ha dejado una marca duradera en la arquitectura chilena, influyendo en generaciones de arquitectos que la siguieron.

A lo largo de su carrera, enfrentó numerosos desafíos, especialmente en una época en la que la arquitectura era un campo dominado por hombres. Sin embargo, su determinación y habilidades la llevaron a superar estas barreras y a establecerse como una figura respetada en la industria. A pesar de su significativo impacto, Eskenazi fue a menudo pasada por alto en los registros históricos, una invisibilización que también afectó a muchas mujeres arquitectas de su tiempo. Su socio, Abraham Schapira, recibió más reconocimiento público, incluyendo la medalla Brunet de Baines otorgada por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile en 2014. No obstante, Eskenazi fue una fuerza motriz detrás del éxito de SEA, y su trabajo merece ser reconocido y celebrado.

Por lo anterior, Raquel Eskenazi Rodrich es un ejemplo inspirador de cómo la dedicación, el talento y la innovación pueden transformar el campo de la arquitectura. Su contribución al desarrollo urbano y arquitectónico de Chile, especialmente en Viña del Mar y Santiago, ha dejado un legado duradero que sigue siendo relevante hoy en día. A través de su trabajo en SEA, Eskenazi no solo desafió las normas establecidas, sino que también estableció nuevos estándares de calidad y gestión en la arquitectura. Su historia es un recordatorio del impacto que una mujer puede tener en una industria y un testimonio de la importancia de reconocer y celebrar las contribuciones de todas las profesionales en el campo de la arquitectura.

Inspírate en tienda BazarED.cl