La Piedad: Courtney Love arrodillada con un Jesús moderno que bien podría ser el mismo Kurt Cobain en medio de una habitación infantil, descansa como portada de un libro de proporciones importantes sobre una mesa de centro. Corte. La misma imagen se replica apoyada en un muro de una de las salas del Museo de Arte Contemporáneo, esperando ser montada. A su lado, otra postal controvertida: una versión de La Última Cena de Da Vinci, pero esta vez con los mayores exponentes del hip-hop de los 90 como protagonistas. Los editores de la época recibían presiones para que estos trabajos no fuesen publicados. Las dos fotografías ocupan la misma sala del MAC y estarán ahí hasta el próximo 27 de septiembre.
El autor de ambas instantáneas nació en Connecticut a fines de los 60; siendo un adolescente se mudó a Nueva York, en un evento se acercó a Andy Warhol y comenzó a colaborar para la célebre revista Interview. Era el comienzo de la carrera de uno de los artistas más insolentes que nos regalaría el siglo XX ya en sus estertores. David LaChapelle desmenuzaría la sociedad de consumo, se apropiaría del imaginario religioso, de obras clásicas de la historia del arte y pondría a celebridades como protagonistas de sus montajes, un lienzo permeado de flashes, obturadores y profundidad de campo.
LaChapelle vino a incomodar a través de retratos que, a simple vista, podrían interpretarse como provocaciones publicitarias, un gran cartel con la celebridad de turno, pero basta detenerse en ellos y sacudirse con la profunda crítica que escondían. “Las imágenes de consumo dialogan en función del mercado, y como LaChapelle critica todo eso, abren una fisura. El te muestra esto en un estado tal de paroxismo, de vértigo delirante, el tipo usa imágenes religiosas, lo sublime, que en un momento te deja caer y te hace preguntarte: ¿esto es el mundo que estamos construyendo? Y lo terrible es que lo hace por medio del sarcasmo”. El que habla es Francisco Brugnoli, director del Museo de Arte Contemporáneo y el encargado de acoger esta muestra que es la más extensa del artista: abarca su periodo de producción desde 1984 hasta el 2013 y viene de haberse exhibido a inicios de este año en Lima, presentada por el propio LaChapelle, que también visitó nuestro país para inaugurar su exposición y reunirse con profesionales de la imagen y sus admiradores en una charla de más de dos horas en la Sala CorpArtes.
Hacía tiempo que el MAC estaba interesado en traer esta muestra a Chile. En caminos paralelos, Juan Yarur, quien el año pasado mostró al público su colección de arte en el mismo lugar –la que incluía dos obras de LaChapelle–, cumplía 30 años y estaba buscando quién pudiera hacerle un retrato; cotizó con varias agencias, una de ellas la de LaChapelle, y se enteraron de la existencia de la Fundación AMA, de la que Yarur es creador, y le propusieron si les interesaba traer esta muestra a Chile en colaboración con el MAC. Así se dio todo. “LaChapelle es un muy bien pie de partida. Acá estamos recién abriendo exposiciones de artistas que además son celebridades y en el caso de LaChapelle se trata de un trabajo que dialoga con el público a través de un lenguaje más coloquial. La naturaleza de su arte, por el hecho de incluir a celebridades, tiene una conciencia de masividad, por tanto dejé de lado otros gustos personales y pensé en lo que le pudiera gustar a todos. En el caso de esta exposición nosotros le colaboramos a la agencia de LaChapelle con la impresión de las fotografías tanto para la muestra en Santiago como la que se hizo en Lima”, concluye el artífice de que todo esto sea posible: Juan Yarur.
Más de 90 fotografías contempla esta retrospectiva que abarca casi 30 años de la carrera del norteamericano, además de un par de espacios donde se proyectarán videos con cortos de la producción de su trabajo. Las salas están ordenadas cronológicamente, pero coinciden con una temática que las envuelve y que ha sido el leitmotiv de la obra de LaChapelle. “Hay ciertos recursos técnicos para que el recorrido por la muestra sea armónico, coherente, que tenga ciertos ritmos. Es un trabajo lento, que muchas veces se hace con el artista, donde se ve la toma, la altura, los ángulos en el orden de la sala, que todo tenga un sentido. No es sólo un tema de colgar cuadros. Se respeta la curatoría original, pero llevándola al espacio que nosotros conocemos, que es éste. Por ejemplo, tener un muro de color distinto en cada sala es una propuesta nuestra, arriesgándonos un poquito, pero es una apuesta museográfica donde también optamos por priorizar la visualidad de la obra sin recargarla ni con textos ni con mucha información, sino que dándole el mayor espacio a la fotografía en sí para que luzca y se entienda esta producción en términos cronológicos”, explica Varinia Brodsky, productora del MAC Parque Forestal.
En la primera parte de la exposición están sus primeras fotos y en donde ya se encuentran las ideas que plasmaría después; al contar aún con poco presupuesto, aplicaba la técnica del collage. Muchas de ellas son series de desnudos en blanco y negro. De esta manera pasamos a sus retratos a celebridades que incluyen a Britney Spears, Michael Jackson planteado como un arcángel, Uma Thurman, Madonna, David Bowie, Alexander McQueen junto a Isabella Blow afuera de un castillo en llamas, o iconos del underground norteamericano como Amanda Lepore en reversiones de los célebres retratos que le hizo Warhol a Marilyn Monroe y a Elizabeth Taylor.
La muestra también se hace cargo del quiebre que tuvo LaChapelle en su carrera, y que tuvo su punto de crisis después de un portafolio que realizó en 2005 para Vogue Italia con modelos en escenarios de catástrofe que le significaron un vendaval de críticas. Se sumó a eso el fracaso de su documental Rize, presentado en el Festival de Sundance. LaChapelle se exilió en Hawaii, en donde se dedicó a la fotografía más “artística”, sin nunca arrancar del todo de sus formas de producción. Así es como estrenó la serie Deluge, inspirada en obras renacentistas pero con modelos con cuerpos tonificados; Still Life, con decenas de famosos destrozados y embalados en cajas de cartón; Land Scapes, con fotografías de ciudades que parecen de ciencia ficción; y, por último, Gas, donde expone imágenes de estaciones de servicio abandonadas e iluminadas por luces de neón.
“La manera de operar con la cultura popular que tiene es muy interesante, ahí está todo el imaginario religioso, el cine digitalizado, la fotografía photoshopeada, la sociedad de consumo. El crea una escena magistralmente, tiene un laboratorio de mundo y una autoexigencia en la realización que es impresionante”, sentencia Francisco Brugnoli. El arte pop como bandera de estandarte, LaChapelle fue amo y señor durante la década de los 90, fue parte importante para la consolidación de publicaciones como Vogue, Vanity Fair y Rolling Stone. En 1994 hizo historia dirigiendo la campaña de jeans para la marca Diesel mostrando un beso entre dos marineros; además se dio el lujo de dirigir videoclips para artistas como Moby, Britney Spears y No Doubt.
La coincidencia fue bendita, la sociedad entre el MAC y la Fundación AMA nuevamente da un golpe a la mesa en cuanto a shows de arte se refiere ante el panorama de contar con esta retrospectiva: “Somos personas naturales, somos una pequeña fundación, no somos una empresa. Cuando terminó la exposición que hice sobre mi colección, más allá de seguir coleccionando obras, me quedó la sensación de que ahora quiero montar exposiciones, traer artistas y mostrarlos, eso fue lo que más me gustó. Acá no hay una empresa privada detrás cuyos fondos muchas veces son ilimitados lo que lo hace más fácil, acá la cosa se ha hecho más a pulso”, explica Juan Yarur.
Una voz que creíamos perdida en los 90 vuelve para decirnos que el consumismo, la decadencia de la cultura, las celebridades y su divinización, están vigentes, intactas y siguen dialogando con el arte. Así como el propio David LaChapelle.