Fueron años de bonanza, de espectaculares fiestas, de excesos, de champagne día y noche, y de máxima ostentación. La edad dorada norteamericana –período entre 1870 y comienzos de 1900– fue el tiempo en que Estados Unidos se expandió económicamente como nunca antes gracias al desarrollo del acero y el petróleo, generando miles de millones de dólares y dando vida a una nueva y riquísima clase social.
Fue durante esta etapa de la historia americana que se hicieron famosas familias como los Astor –dueños entre otros del hotel Waldorf Astoria–, Rockefeller, Carnegie, Tiffany –creadores de Tiffany and Co.–, Vanderbilt, Frick y Morgan, entre muchas otras. Ansiosos por demostrar su nuevo estatus, se vestían con lo último de la moda europea y usaban joyas finísimas, se paseaban entre la ópera, el teatro y el Sherry’s Restaurant, vivían en enormes mansiones en la 5ª Avenida –se dice que la del magnate William Clark le costó cerca de siete millones de dólares– y no se perdían las apoteósicas fiestas que daban sus amigos y que duraban hasta el amanecer. Muy al estilo de las celebraciones que hacía Jay Gatsby –el protagonista de la novela de F. Scott Fitzgerald El gran Gatsby– o la que Stuyvesant Fish dio en honor a su perro, quien para la ocasión usó un collar de diamantes avaluado en 15 mil dólares.
Nueva York se transformó en el epicentro del país y en su capital cultural, llegando en 1892 a albergar cerca de un tercio de los millonarios de Estados Unidos. Si bien este clan se hizo conocido por su superficialidad y excesos, también se destacó por transformarse en los primeros filántropos culturales de la ciudad. Gracias a sus aportes nacieron el Metropolitan Museum of Art, el Penn Station, la biblioteca pública y el Metropolitan Opera, entre varias otras instituciones. La Gran Manzana alcanzó un nivel de sofisticación único en pintura, escultura, arquitectura y artes decorativas. Se llenó de rascacielos, líneas férreas, empresas corporativas, bancos, fábricas y de preciosos hoteles diseñados por arquitectos influenciados por la Ecole des Beaux-Arts de París, permitiendo que la ciudad compitiera por primera vez con algunas europeas como París o Londres.
Inspirándose en esos gloriosos años, el Museum of the City of New York inauguró la exposición Gilded New York. Organizada por Donald Albrecht y curada por Jeannine Falino y Phyllis Magidson, esta exhibición refleja lo que fue esa época dorada a través de joyas, muebles, vestidos, fotografías originales y más de cien objetos preciosos.
Abierta hasta noviembre de este año, entre los objetos exhibidos se cuenta un reloj anular de oro y bronce del diseñador francés Eugene Bazart; una impresionante colección de objetos de plata –la mayoría de Tiffany & Co.–; una tiara de diamantes creada en 1894 para el matrimonio de Julia Kemp –hija del magnate George Kemp–; un medallón de oro que William Backhouse Astor le daba a todos los invitados que viajaban con él en su yate; una cartera diseñada por el joyero FW. Lawrence; y fotografías y retratos de empresarios y socialités como Cornelia Ward Hall y sus hijos, Delancey Iselin Kane y Louisa Van Rensselaer Baylies. “Esta fue la primera generación de americanos que sintió que ellos se habían transformado en verdaderos rivales de los europeos. No tenían otro modelo que el del Viejo Continente y por lo mismo se dejaron llevar por los excesos vividos en esas tierras y los multiplicaron”, cuenta Jeannine Falino.
Durante esta era muchos neoyorquinos se dedicaron a viajar por Europa y comprar diferentes souvenirs para ostentar entre sus compatriotas. Algunos de los objetos eran modernas reinterpretaciones de técnicas ancestrales, como vasos y decantadores de cristal veneciano, así como aros y brazaletes de oro con paisajes y palomas talladas. En Gilded New York se encuentran algunos ejemplos de ellos, como finísimos juegos de porcelana, muebles, sillas y cabinets de Herter Brothers.
Esta exposición también celebra la inauguración de una nueva sala en este museo. Se trata de Tiffany & Co. Foundation Gallery, ubicada en el tercer piso del edificio y que fue diseñada por el arquitecto William T. Georgis. Pisos de madera de espiga, papeles murales, vidrios biselados, lámparas de lágrimas y enormes cortinas son parte del diseño de este lugar. “El objetivo central de la muestra es dar a conocer cómo la moda y el lujo eran usados como indicadores de la identidad de los nuevos ricos neoyorquinos. Los elementos que se pueden ver en Gilded New York no sólo eran herencias de estas familias, sino también un reflejo de que Nueva York se había transformado en una ciudad cosmopolita, tal como lo eran Londres o París”, explica Donald Albrecht.
1220 Fifth Avenue, NY.