Mucho ha nevado desde que los primeros esquís aparecieron en el Viejo Continente. Es una historia de larga data entre hombre y montaña, una relación que ha tenido como punto de atención a los Alpes, donde cada año hay más y mejores lugares para quedarse.
En la Austria alpina, sobre las pistas de Saalbach-Hinterglemm, a tan sólo una hora de Salzburgo, esta levanta el Wiesergut, un hotel que transformó la hacienda familiar de 1350 en un refugio moderno donde la naturaleza se funde con el interior. Su esencia es la tradición. La gente sonríe cuando te dicen gruess hott (saludo austriaco), hacen a mano las estrellas de paja para la decoración –tan típico de su cultura–, y mucho de lo que cultivan lo sirven en la mesa. Ese pan recién horneado, la mantequilla y mermelada casera y hasta la refrescante agua de manantial. Les gusta tener un hotel con alma y el corazón, con ese algo que hace sentirse como en casa.
Más cerca de la frontera con Suiza, y a diez kilómetros de los populares centros de esquí Ischgl y Samnaun, se encuentra Zhero. Se caracteriza por su arquitectura innovadora e interiores inspirados en el entorno natural –piedra, madera y pieles aparecen por doquier–, además de su hospitalidad y las après ski, las infaltables fiestas post esquí.
La cool Suiza
En Suiza sorprendió la apertura del primer refugio de esquí de los hoteles W. El W Verbier se ubica en el cotizado destino que le da nombre y, como era de esperar, trasladó el estilo urbano de Nueva York y lo mezcló con una cuota de tradición alpina. La experiencia “social” es algo que se espera y no defrauda. En el lobby se respira el espíritu de relajo y diversión, con sus confortables sofás rodeados de chimeneas y vistas. El restorán Arola se posiciona con todas las estrellas Michelin del chef catalán Sergi Arola y sus clásicas tapas españolas y otras al estilo suizo, más sus famosas papas bravas. La noche sigue en el bar Carve, en tanto, comienzan a salir los cócteles, mientras la fiesta parte con la música de uno de los Dj’s de moda.
También en Suiza, el hotel de cinco estrellas The Chedi Andermatt, situado en el casco antiguo del pueblo de Andermatt, es el primer hito del nuevo resort Ander Swiss Alps, que incluye hasta un campo de golf y todo un cuidado master plan que integra la villa con lo nuevo, por ejemplo, a través de pasarelas peatonales. Además sus estaciones de esquí están siendo modernizadas y conectadas con Sedrun para contar con 130 kilómetros de pistas. Su ambiente es acogedor y relajado, algo que se potencia con sus 68 chimeneas.
Uno de los panoramas en Andermatt es tomar el tren Glacier Express que recorre los Alpes suizos, entre Zermatt y St. Moritz. Las siete horas y media de este viaje completo ofrecen vistas espectaculares, desde praderas hasta escarpadas paredes de roca, gélidos lagos de montañas y pueblos absolutamente encantadores. Uno imbatible es la garganta del Rin.
A sólo cinco kilómetros de St. Moritz, en el pueblo de Silvaplana –un lugar de moda para gente joven–, se sitúa Nira Alpina, un hotel conectado a la estación del teleférico a través de un pasillo acristalado, que permite llegar en apenas 15 minutos a las pistas. La cocina, su otra gracia, es fresca y natural, donde gran parte de sus ingredientes son cultivados, capturados y criados a unos pocos kilómetros. Su panadería tiene ese aroma de recién horneado del crujiente zopf –pan tradicional suizo–, el strudel de manzana o el croissant de chocolate suizo. Y tiene a Pichalain, una choza après-ski construida con madera suiza –abetos de plata– y decorada con muebles ásperos y rústicos.
Más al sur
Si este pueblo de montaña llamado Bormio, en los Alpes italianos, ha sido visitado históricamente por los baños termales, hoy en día hay que sumarle el esquí. La novedad en el valle de Valtellina es el hotel Eden. Tiene 27 habitaciones y una arquitectura depurada proyectada por el conocido Antonio Citterio, con una fachada forrada en madera, techos de pioda (piedra local), doble altura y grandes ventanales. Su gastronomía es otro de sus fuertes.
En Francia, no hay lugar más propicio para disfrutar de los deportes blancos como el histórico Courchevel. Emplazado en el corazón de la estación de Les Trois Vallées, en el valle de Tarentaise (Saboya), es el centro de esquí más grande del mundo, incluso es cuatro veces el tamaño de París. Cuenta con 70 restoranes, incluidos siete que se jactan de varias estrellas en la Guía Michelin, 32 spas y 100 tiendas de ropa para la nieve. Además, en los últimos años ha recobrado su sitial como destino de las celebridades que en los 60 lo hizo tan de moda. Los Beckhams, Giorgio Armani, George Clooney y por supuesto la realeza, son algunos de sus visitantes.
Una de sus cinco villas, la Courchevel 1850, sorprendió con dos nuevos hoteles. El L’Apogée ofrece una estadía de lujo moderno. Son 55 habitaciones con puertas contiguas, las que dan la flexibilidad necesaria para traer a toda la familia, algo que no pierde de vista porque Courchevel es familiar (etiqueta Famille Plus Montagne).
Admiten en sus guarderías a guaguas de 6 meses, ofrecen una iniciación al esquí desde los 18 meses y tienen un club para los más pequeños.
En tanto, en el Les Grandes Alpes Private Hotel convergen la intimidad y el espacio, el servicio y la discreción, y la diversión familiar y la relajación en sus nueve departamentos. Cada uno dispone de un servicio de 24 horas, y tome nota, de un mayordomo, ama de llaves, chef y hasta un planner quien organiza, si quiere, todas sus actividades blancas en su estancia.
Fuera de los Alpes
Como salvaje y siempre cambiante han descrito quienes han visitado el Copperhill Mountain Lodge. Aunque un poco más antiguo, es el único hotel de diseño de montaña en Escandinavia y uno de los cinco que se clasifican así en todo Suecia, y cómo no, si en su interior se puede ver piezas de diseño de talla mundial. Desde las modernas, como la mecedora Rocking de Charles y Ray Eames, y la mesa auxiliar de Isamu Noguchi, hasta las más contemporáneas. Entre ellas, sobresalen las lámparas Chasen de Patricia Urquiola, la Skygarden de Marcel Wanders, la SuperArchimoon de Philippe Starck, o las emblemáticas piezas de cobre de Tom Dixon, la Copper Shade Lamp y Fat Spot, más sus sillas Wingback, Dining y Slab.