De los locos años 20 al Nueva York de 1978; de los horrores de la esclavitud a mediados del siglo XIX en Estados Unidos a las estaciones espaciales de la actualidad. Como ya es casi una tradición, en esta época del año aprovechamos de revisar el panorama que cada temporada cinematográfica va entregando en el ámbito de la dirección de arte y diseño de producción de las películas, tanto en las nominaciones del Oscar –de donde proceden los ejemplos ya mencionados, y cuya ceremonia de premiación se realizará cuando esta edición esté en imprenta– como en otras distinciones destinadas a este apartado artístico que cada año sorprende más por sus elaboradas apuestas visuales.
De El gran Gatsby, la gran favorita en esta categoría, ya hemos escrito en ED. Y en verdad daría para muchas veces más, ya que si bien la adaptación de Baz Luhrmann para la clásica novela de Scott Fitzgerald no convenció a muchos y apenas rozó la profundidad del acertado retrato social literario, pocos pueden discutir el impacto visual de la recreación de los años 20 alcanzado por el equipo de dirección de arte. A cargo de él estuvo la esposa del cineasta australiano, Catherine Martin, quien ya por la exuberante Moulin Rouge! ganara antes el Oscar en las mismas dos categorías que postulaba ahora, mejor diseño de producción y mejor vestuario.
La calidad de los decorados de El gran Gatsby es sencillamente deslumbrante, pero como suele pasar en estos premios cinematográficos, es complejo juzgarla en conjunto con las otras nominadas de su categoría, ya que cada una tenía sus méritos indiscutibles: por ejemplo, el impecable diseño de producción de Andy Nicholson para Gravedad, con el realismo y nivel de detalles que transmiten los interiores y exteriores de las estaciones espaciales en las que se desarrolla el intenso y taquillero drama de Alfonso Cuarón; o el puntilloso trabajo del diseñador de producción Adam Stockhausen en la dolorosa y estremecedora 12 años de esclavitud, tanto reflejando las duras condiciones de vida de los esclavos afroamericanos, como el lujo y derroche de las casas de sus a menudo despiadados patrones.
Y así como brillan esos títulos, en las dos nominaciones restantes no se puede dejar de aplaudir estupendos trabajos: primero, el de la diseñadora de producción Judy Becker transportándonos al Nueva York y Nueva Jersey de 1978 en la entretenida Escándalo americano (American Hustle). En ella rescata muy bien los excesos kitsch de los decorados y looks de la época, haciéndolos incluso aún más llamativos y exagerados, lo que ya es un mérito en sí mismo, aunque no debería extrañar en una artista que antes había tenido notables desempeños en títulos tan diversos como Secreto en la montaña, Infamous, I’m not There, Shame y Hitchcock.
Por otro lado, gracias a Ella (Her), la atípica historia de amor protagonizada por Joaquin Phoenix y la voz de Scarlett Johansson y dirigida por el genial Spike Jonze, por primera vez fue nominado al Oscar uno de los talentos más inspirados surgidos en las últimas dos décadas: el diseñador de producción K. K. Barrett, quien en su breve pero contundente filmografía incluye no sólo los anteriores filmes de Jonze –Quieres ser John Malkovich, El ladrón de orquídeas y Donde viven los monstruos– sino además dos destacadas colaboraciones con Sofia Coppola, en Perdidos en Tokio y María Antonieta. La mezcla de lo contemporáneo y las nociones futuristas en los decorados y locaciones para ambientar el año 2025 no habría sido lo mismo sin su inspiración.
LA OPINION DE LOS EXPERTOS
Como suele ocurrir todos los años, muchos tomaron como indicador previo del posible ganador del Oscar en este ámbito a los premiados en los Art Directors Guild Awards (ADG Awards), trofeos especializados que otorgan los integrantes del Sindicato de Directores de Arte, entregados a principios de febrero. En esa premiación el espectro es un poco más amplio, ya que se dividen en tres categorías, cada una con cinco nominados: Películas de época, Películas de fantasía y Películas contemporáneas, resultando elegidas como las ganadoras El gran Gatsby, Gravedad y Ella, respectivamente (aunque en el caso de la última, muchos cuestionaron que haya sido considerada en ese apartado, en vez de fantasía, por transcurrir en 2025), todas nominadas también al Oscar.
En Película de época, además de tres postulantes al Oscar como El gran Gatsby, 12 años de esclavitud y Escándalo americano, figuraban Balada de un hombre común (Inside Llewyn Davis) de los hermanos Coen, con diseño de producción de Jess Gonchor (quien además de colaborar con ellos desde Sin lugar para los débiles, también ha destacado en títulos como Capote y El diablo viste a la moda) capturando el espíritu de la escena folk de principios de los 60 en Greenwich Village; y El sueño de Walt (Saving Mr. Banks), con la recreación tanto de Los Angeles en los años 60 como Australia a principios del siglo XX, a cargo de Michael Corenblith, quien ha sido nominado al Oscar por títulos como Apollo 13 y El grinch.
En Película de fantasía, salvo por la segunda parte de El hobbit, La desolación de Smaug, con otro lucido diseño de producción de Dan Hennah (habitual colaborador de Peter Jackson, cinco veces nominado al Oscar y ganador por El retorno del rey), todas las nominadas estaban más ligadas al espacio exterior: además de Gravedad, postulaban Philip Ivey (otro veterano de la trilogía El señor de los anillos) por Elysium; Darren Gilford por Oblivion; y por Star Trek: En la oscuridad, Scott Chambliss.
Por su parte, en Película contemporánea, además de Ella, figuraban como nominadas August: Osage County, de David Gropman (nominado al Oscar por Las reglas de la vida y Una aventura extraordinaria); Paul Kirby, por Capitán Philips; Bob Shaw, quien ya ha demostrado su talento en series televisivas como Los Soprano y Boardwalk Empire, ahora fue reconocido por su incursión fílmica a las ordenes de Scorsese, ambientando el desenfreno de Leonardo DiCaprio y sus compinches en El lobo de Wall Street; y el veterano Santo Loquasto, vigente también en teatro y ópera y presencia ineludible en la filmografía de Woody Allen desde hace más de tres décadas (y tres veces nominado al Oscar, justamente por sus impecables trabajos en Zelig, Días de radio y Disparos sobre Broadway) no podía dejar de estar nominado por la espléndida labor desplegada al servicio del legendario cineasta en Blue Jasmine, contrastando el sofisticado estilo de vida de la protagonista en su pasado neoyorquino con su presente de clase media en San Francisco.
INJUSTAS OMISIONES
Como suele pasar con este tipo de premiaciones, tanto en los listados de nominados del Oscar como en los ADG se extrañaron algunos títulos que también se lucieron de manera sobresaliente en el apartado visual. Entre los cineastas estadounidenses, indudablemente Sofia Coppola sabe cómo cuidar la ambientación de sus filmes –basta recordar el Detroit de los años 70 en Las vírgenes suicidas, la capital nipona de Perdidos en Tokio y la exuberancia del Versalles de María Antonieta–, y en The Bling Ring volvió a demostrarlo, con las locaciones de Los Angeles en las que se desarrollan los traviesos robos de un grupo de jóvenes entre los cuales estaba Emma Watson.
Y otros sólidos ejemplos de dirección de arte que fueron mayormente ignorados en las nominaciones de la temporada de premios, provienen de fuera de Hollywood. ¿Cómo ver The Grandmaster, lo más reciente del notable cineasta asiático Wong Kar Wai, y no destacar el bello y minucioso trabajo de William Chang, quien desde los inicios de su filmografía ha sido no sólo su diseñador de producción, sino además su montajista y diseñador de vestuario, brillando en títulos tan aplaudidos como Con ánimo de amar y 2046? Al menos la Academia de Hollywood lo nominó por primera vez al Oscar al mejor vestuario, y muy acertadamente; un reconocimiento que hace mucho se merecía uno de los diseñadores fundamentales en el look del cine de las últimas dos décadas.
Menos suerte tuvo Stefania Cella y su vistoso despliegue para retratar la «dolce vita» en la Roma actual en La grande bellezza, de Paolo Sorrentino, aunque al menos al cierre de esta edición y tras ganar premios como el Globo de Oro y el Bafta, el elogiado film italiano era fuerte candidato a ser distinguido con el Oscar a la mejor película extranjera. O la exquisita recreación de la Inglaterra victoriana que la diseñadora de producción Maria Djurkovic (la misma de títulos como Wilde, Billy Elliot y Las horas) realizó en The Invisible Woman, la segunda película de Ralph Fiennes como director, en la que el reconocido actor británico se reservó el papel del célebre escritor Charles Dickens.
Y como es inevitable, aunque la temporada de premios en Hollywood recién acaba de llegar a su fin, ya están despiertas las expectativas por las películas del 2014 que prometen deleitar y fascinar por su dirección de arte: desde los años 50 en Carol, de Todd Haynes (Lejos del cielo) y en Big Eyes, de Tim Burton, hasta, cómo no, The Grand Budapest Hotel, lo nuevo de Wes Anderson, que llegará en abril a la cartelera chilena. Pero de eso ya hablaremos cuando llegue el momento.