Con tal de conseguir la imagen que está buscando, Pablo Valenzuela viaja y viaja por Chile. Para poder fotografiar un cóndor en pleno vuelo se quedó en una estancia en Aisén, se levantó a las 5:30 de la mañana y partió a la hora precisa que su guía le había indicado: justo cuando sale el sol, se calientan las rocas y se produce una corriente ascendente que hace que los cóndores salgan de su nido. Así logró retratar a un cóndor con las alas completamente abiertas, que forma parte de su último libro, Chile profundo.
Ha publicado más de 10 a lo largo de su carrera, y es primera vez que incluye fotos sacadas con cámara digital. Hasta Entre nieblas (2011), siempre había trabajado con su fiel Hasselblad, la cámara análoga que lo hizo resistirse por años a la tecnología digital. Y aunque la sigue usando, lo digital lo ha fascinado. “Me liberó un poco del trípode, que es algo que te amarra. Como ando buscando movimiento, me da más posibilidades. Ahora puedo tomar fotos que antes no podía”, cuenta. El movimiento al que se refiere es lo que marca el estilo de este nuevo libro. Hay más fiestas, rostros, más ciudades y pueblos. Es un Chile más vivo.
La idea del libro es mostrar el patrimonio natural y también cultural de nuestro país. Poder ver la naturaleza –que para Pablo es lo más valioso que tiene Chile–, pero también conocer las fiestas, como la Tapati en la Isla de Pascua o la que se hace en Ayquina para celebrar a la Virgen de Guadalupe. Esta fiesta, bien parecida a la de La Tirana, es lo que le da vida al pueblo, que durante el resto del año es casi un caserío fantasma. De a poco se han ido construyendo casas alrededor sólo para ir el día de la fiesta, momento en que las calles se llenan de música y bailes. Pablo se metió en medio y se dedicó a fotografiar detalles que hacen sentir como si uno estuviera ahí.
Los cementerios también son parte del registro que se puede encontrar en Chile profundo. Lápidas antiquísimas que en pocas palabras cuentan la historia de los colonos que llegaron a mediados del siglo XIX a un lugar que no conocían y placas de agradecimiento en animitas son pequeñas postales de un Chile muchas veces desconocido. Además se metió en la intimidad de la gente, con retratos que llaman la atención, como el de un baqueano tomando mate en su casa al interior de la Carretera Austral.
El libro está dividido en cuatro capítulos: el norte, que es el desierto y altiplano, desde el extremo norte hasta el Valle del Elqui; el centro, que va desde la región de Valparaíso hasta el Bío Bío, incluyendo las islas; después viene la Araucanía y Los Lagos y finalmente la Patagonia, desde Chiloé continental hacia el sur. Algo nuevo en esta publicación es que cada uno de los capítulos se abre con la foto de una persona del lugar.
Chile profundo es el primero de una trilogía que terminará el próximo año. Un libro es Atacama, que mirará en detalle toda esa zona, rica en paisajes minimalistas; y el otro es sobre la Patagonia. Norte y sur profundos mirados con lupa. “Uno tiene la idea que en un viaje recorres Chile, pero la verdad es que son muchos viajes y muchos años, entonces en ese sentido es profundo, porque yo he mirado mucho, he recorrido mucho y he conocido mucho. La experiencia hace que uno vaya agudizando la mirada; uno va descubriendo cosas nuevas”, cuenta Pablo.
Chile profundo se va a lanzar el 3 de diciembre en el GAM y después de esa fecha estará disponible en librerías.