El otro Amsterdam - Itinerario ED

El otro Amsterdam

El Amsterdam que se vive desde The Dylan es tranquilo y muy chic. El único hotel boutique de la ciudad ocupa un antiguo edificio holandés, está decorado como la mejor de las casas, tiene orquídeas frescas en cada habitación y lo hacen sentir tan bien que amara aun más este destino.

«Nothing is too far from The Dylan”, nos respondieron en la recepción cuando preguntamos por una calle. Y es cierto, este maravilloso hotel está ubicado en el corazón de la ciudad, a orillas de uno de los canales más importantes, a pasos de las principales atracciones, la casa de Ana Frank, el museo de Van Gogh, el mercado de las flores, en medio del distrito de tiendas de moda, galerías, boutiques y restoranes, pero alejado de las fiestas y estridencias de los pocos turistas que todavía creen que este es un destino para desatarse. El punto de vista que se tiene de un lugar varía notablemente según donde se aloje.

Pero sus atributos van mucho más allá de su ubicación en el mapa. Es el único hotel boutique de Amsterdam (y uno de los primeros del mundo, abierto en 1999), y se podría decir que hay 40 razones para conocerlo, porque cada una de sus piezas fue decorada por el famoso estudio europeo FG-Style como si se tratara de los dormitorios de una casa, con tratamientos de muro hechos a mano, espejos antiguos, muebles de diseño, etc.; una buena mezcla entre lo clásico y lo contemporáneo. A comienzos del 2011, once de ellas fueron completamente renovadas, cada una bajo un estilo y concepto diferente: Loxura, Kimono, Kassbol, Zensation White, Zensation Red y Loft.

La gracia de este lugar es que a pesar de su decoración y restauraciones contemporáneas, se encuentra en una construcción antigua, con todas las características de la arquitectura holandesa. Su historia se remonta a 1613, cuando comenzaron a cavar el quinto canal de la ciudad, el Keizersgracht, y se encontraron con las ruinas de lo que había sido un teatro. Lo renovaron y se transformó en una leyenda, donde presentaron sus obras Shakespeare, Molière, Voltaire y Corneille… Para su aniversario número 100, Antonio Vivaldi dirigió la orquesta. En 1772 se quemó el edificio y sólo quedó intacta la linda entrada por la que se accede al hotel hasta el día de hoy. Después de reconstruirse y transformarse en un centro de caridad de la Iglesia Católica, en 1999 el edificio pasó a ser The Dylan.

En su interior todo es demasiado agradable: orquídeas frescas en todos los rincones y habitaciones, mantenidas por un equipo especialista durante todo el año; el aroma de las velas Miller Harris y sus exquisitos productos en los baños; cómodos living con chimeneas de etanol, buenos muebles y sofás, excelentes bicicletas alineadas para conocer Amsterdam de la mejor forma que puede hacerlo, y un staff que lo saludará por su nombre aunque nunca lo haya visto.

El tema de la comida da para un punto aparte. El restorán Vinkeles es un destino en sí mismo, porque aunque no se aloje en el hotel se lo recomendarán quienes saben de comida. Tiene mucho ambiente, con un look bastante elegante, pero nada de estirado, unos hornos que se encuentran en el edificio desde el siglo XVIII y una cocina francesa que ha sido reconocida por la guía Michelin. Siempre se dice que Amsterdam no es una ciudad para comer bien, efectivamente es así y lo advierten incluso los mismos holandeses, pero esta es la excepción, y por eso su fama.

Si su plan es tener una noche gourmet, está el High Wine Experience, seis platos acompañados de seis vinos diferentes, provenientes de las mejores viñas del mundo. Lo bueno es que se puede comer al interior del restorán o en la terraza, un patio de adoquines maravilloso rodeado por el edificio y arbustos, donde el silencio lo confundirá a ratos. Estar en The Dylan es estar en otro Amsterdam.

www.dylanamsterdam.com

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