París es como una gran biblioteca, en la que una de las alas principales la ocupa la sección gourmet. Los quesos y vinos son los más requeridos, así como también las clásicas boulangeries y pâtisseries, pero uno de mis favoritos son los salones de té.
Francia jamás ha sido una gran aficionada al té; ni siquiera en 1635, cuando era la bebida de moda en todas las capitales europeas. Pero hace un par de décadas ha empezado a ganar adeptos y se han abierto varios salones y tiendas especializadas, lo que hace posible crear una ruta turística que sale de lo común.
La aventura comienza en la cuna del té francés, el barrio Le Marais, en la pequeña Rue du Bourg Tibourg. Ahí se encuentra una de las maisons de té con más historia y prestigio de Francia: Mariage Frères. Funciona en el mismo lugar donde se fundó en 1854 y desde entonces se ha encargado de crear cientos de blends. Con una ambientación colonialista, tiene una pastelería que acompaña a la perfección su té insignia, el Marco Polo, un té negro con flores y frutas cuya receta sigue siendo un secreto. En el segundo piso hay un museo que permite conocer la historia de esta bebida.
Muy cerca está Le Palais des Thés en la Rue Vieille du Temple. Con una onda más moderna, se caracteriza por realizar una de las mejores selecciones de té de Europa: Darjeeling de primavera, otoño y verano de diversos jardines, finas cosechas de té amarillo y una que otra rareza proveniente de Nepal, Bangladesh o Vietnam. El Palacio de los Tés es mucho más que una tienda; ahí funciona también L’École du Thé, una de las escuelas más prestigiosas.
Dejo atrás este barrio bohemio en dirección a La Bastille. En plena Place des Vosges está otra de las casas con historia de Francia: Dammann Frères. Yo creo que es una de las tiendas de té más lindas que he visitado, sus paredes están cubiertas por cajas de té que llegan hasta el techo, los mesones están decorados con orquídeas blancas y en el centro, un muestrario, donde se pueden oler todas las variedades. Los amantes del Earl Grey no pueden dejar de probar el Goût Russe Douchka, el blend ícono de los hermanos Dammann que consiste en té negro con un toque cítrico. Una maravilla.
En el sector de Boulevard Saint Germain hay dos sitios que evocan las raíces y el origen del té. Jugetsudo es especialista en té japonés. Tiene una decoración minimalista, con una selección de accesorios realmente increíble, digna de un museo. Los invito a sentarse a la barra para disfrutar de su té y ver la preparación de éste, realizada por una maestra japonesa. El té verde Gyokuro sería la mejor opción para este momento. La Maison de Trois Thés, en cambio, refleja la cultura china. Ofrece un servicio original, ya que permite a cada comensal participar de su propia ceremonia de té gong fu cha. Es una experiencia espiritual y a la vez sensorial. Tiene más de 100 variedades, atrévase con un té azul o rojo.
Otra experiencia es la que se puede vivir en la tienda Kusmi, en plenos Champs Élysées. Es la más grande de Francia y ofrece el mismo té que consumían los zares de Rusia, pero con un twist. El Kusmipolitan, por ejemplo, mezcla el Anastasia –uno de los blends de esta casa de té– con otro clásico francés: vodka Grey Goose… sorprendente.
Para terminar, si lo que usted busca es el simple tea time, nada mejor que el del Hotel George V, de la cadena Four Seasons. Se sirve en La Galerie desde las 15:00 hasta las 18:00 y es necesario hacer reserva, ya que el lugar está siempre lleno. Pida el servicio a la francesa y acompáñelo con una copa de champagne. Aunque eso da para otro reportaje.