El Palacio de Vizcaya es una mansión centenaria ubicada al norte de Coconut Grove, muy cerca del centro de Miami. Hoy transformada en museo, esta casa fue el sueño de alguien que tuvo los recursos para hacerlo realidad. Ese alguien fue James Deering.
Deering perteneció a una de las familias más ricas de Estados Unidos, dueña de la Internacional Harvest Company, la empresa de maquinaria agrícola más importante del país. Tras jubilar (antes de los 50 años) como vicepresidente de la compañía, compró 72 hectáreas junto a la Bahía Biscayne. Quería construirse un palacio de verano y al mismo tiempo escapar de los fríos inviernos de Chicago, algo inspirado en las villas italianas que tanto admiraba. El encargado de materializar su sueño fue Paul Chalfin, un artista que había aprendido in situ sobre las artes decorativas europeas; junto al arquitecto Francis Burrar Hoffman y el paisajista colombiano Diego Suárez llevaron a cabo la construcción, que se inició en 1914 y sólo estuvo completamente lista en 1922. La ubicación de la casa –Deering la quería sí o sí cerca y visible desde el mar, lo que exigió reforzar doblemente terreno– y las circunstancias externas –como el inicio de la Primera Guerra Mundial– presentaron dificultades que retrasaron el trabajo.
Fueron muchos los viajes a Europa para sacar ideas de las villas y palacios italianos más lindos y seleccionar cada mueble, obra de arte y objeto decorativo. Es más, Deering hasta copió las molduras de los techos del Palacio Rossi de Venecia y mandó a hacer la vajilla para más de 60 personas a Londres… la vajilla nunca llegó, ya que se hundió con el Titanic. También encargó esculturas, murales y pinturas a artistas contemporáneos en Estados Unidos.
La mansión fue construida con la mejor teconología disponible a principios del siglo XX, incluidos calefacción central, pizarra eléctrica de telefonía, ascensores, refrigeración, sistema central de aspiradoras y un moderno sistema de control de incendios.
Pero la casa no estaría completa hasta elegir un buen nombre para ella. Vizcaya fue producto del afán de Deering de asociar la mansión con un mercader español de apellido Vizcaíno que habría descubierto la bahía allá por el 1600. Nadie sabe cuánto de cierto hay en eso, pero lo que sí está claro es que el dueño de casa consiguió darle ese carácter aventurero, legendario y explorador a su mansión.
La decoración evoca tiempos lejanos. Hay una mezcla de estilos que incluyen rococó, barroco, neoclásico y renacentista. Cada dormitorio conserva sus frescos, molduras, tratamientos de suelo, muros y cielos intactos. Vizcaya contiene una de las mejores colecciones de artes ornamentales europeas de los siglos XVI a XIX y la convivencia con ellas es agradable a causa de sus dimensiones.
Los jardines formales, completados en 1922, se componen principalmente de arbustos podados en formas geométricas, esculturas y estructuras arquitectónicas. Ubicados entre una riviera de manglares y un bosque, la decisión de conservar estos hábitats y construir la casa principal junto a la bahía convierte también a Deering en uno de los primeros ecologistas de Miami.
James Deering murió en 1925. Al año siguiente, un devastador huracán provocó inmensos daños al palacio, lo que se repitió en 1935. Pero los herederos de Deering pidieron a Paul Chalfin, el mismo que había dirigido la obra, que se encargara de reconstruirla. En 1952 se inauguró como museo, gracias a lo cual hoy se puede visitar y conocer un Miami que escapa de la norma.
3251, South Miami Av., Miami. www.vizcaya.org