Su trabajo se hizo reconocible en la ciudad y su nombre pasó a la historia en vida. Primero, como arquitecto, con edificios emblemáticos como el de El Mercurio en Av. Santa María (1967), la galería AMS Marlborough (1995) y la Acería Cronox de Huachipato (1969), además de cientos de casas, cada una hecha a la medida de los dueños pero con toda la visión contemporánea de él. Y luego, porque nunca dejó de llamar la atención sobre aspectos que él creía le hacían mal a Santiago: firme, polémico a veces, regularmente aparecía en los diarios con una Carta al Director, ya sea criticando la construcción de la Costanera Norte o la mala implementación del Transantiago, aunque también aportando con ideas para mejorar la vida en la ciudad.
Premio Nacional de Arquitectura 1993, discípulo de Emilio Duhart, nunca se quiso encasillar en una escuela, pese a que en su oficina tenía enmarcadas las fotos de los grandes del siglo XX. El hormigón a la vista, la madera y el revestimiento de piedra fueron parte de su sello, al igual que las construcciones de grandes proporciones, a las que nunca tuvo temor. Casado, padre de seis hijos, Christian De Groote murió el 23 de septiembre pasado.
