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Retro: La casa de cristal

Ícono de su tiempo y de hoy, Baccarat hace gala de 250 años de arraigada tradición artesanal. Sopladores de vidrio, talladores, grabadores y doradores marcan el ritmo para dar origen al mágico sonido de esta sinfonía de cristal.

Pocas fábricas en el mundo pueden atribuirse 250 años de ininterrumpida historia. Baccarat, sí. Esta manufactura, de origen francés, no se puede desligar de su noble estirpe. Pero no sólo su nacimiento está marcado por esta distinción –un decreto del rey Luis XV en el año 1764 dio permiso al obispo de Montmorency-Laval de Metz para instalar esta fábrica–, sino también marcó toda su trayectoria.

Los primeros anteojos ordenados por Luis XVIII, las lámparas de araña del zar Nicolás II, así como los incontables encargos de marajás, emperadores y reyes fueron parte de su día a día. Su misma relación con los reyes de Francia –el ya mencionado Luis XVIII, Carlos X y Luis Felipe– la habían honrado con la orden aristocrática Crystal des Rois o Cristal de los Reyes, un símbolo de eterna reputación. Otro buen número de personajes también han hecho parte a Baccarat en momentos claves de sus celebraciones. El duque y la duquesa de Windsor, el príncipe Rainiero y la princesa Grace Kelly de Mónaco, la extravagante Josephine Baker, el mismísimo Aristóteles Onassis o Marilyn Monroe cuando estaba casada con el escritor Arthur Miller, son algunos de ellos. Hasta la reina María Antonieta patrocinó esta firma francesa en 1783. Es ese art de vivre…

El poder cautivante de estas piezas de cristal nació a 250 kilómetros de París, en el pueblo que lleva su nombre, en la provincia de Lorena, al este de Francia. Es dentro de sus muros donde están las materias primas y donde los maestros vidrieros repiten una y otra vez el mismo proceso de fabricación artesanal desde hace dos siglos y medio. El horno, el crisol, las cañas en caliente, las burbujas de cristal al rojo vivo o el colate, los moldes, ese vapor… De generación en generación traspasan el difícil arte de este oficio, algo que puede llevar años y hasta décadas aprender. El buen ojo, la destreza y ese talento natural del artesano de élite es tan excepcional como su trabajo; reflejo de un patrimonio único. Un vaso requiere nueve artesanos, y una copa, dos más, y así sucesivamente. ¿Cuántos necesitará para hacer una lámpara chandelier?

No obstante, no sólo la tradición ha sido parte del ADN de Baccarat, innovar también. Es la experiencia en la vanguardia del progreso. Hay hitos que han marcado nuevos procesos, nuevos conocimientos y por supuesto nuevos iconos y nueva historia. Sus creaciones siempre fueron parte de la modernidad de cada era y un momento perdurable en el tiempo. En 1827 fue la primera en hacer lámparas de cristal en su país. En 1855, en la primera Exposición Universal de París, puso de moda los candelabros con 90 velas y lámparas de araña con 140 luces; pronto se transformaron en un elemento clave asociado a las casas reales y palacios, que en 1896 Baccarat supo adaptar a la electricidad.

El color en el cristal lo puso de moda en 1839. Ese año fabricó las primeras piezas que le valieron una medalla de oro en la Exposición Nacional de Francia. Para hacerlas, se contaminaba la materia prima base con óxido de distintos metales. El rosado se obtenía del selenio, el azul del óxido de cobalto, el verde del óxido de hierro, el turquesa del cobre, el verde oscuro del cromo, y así. En tanto el rojo, el más difícil del espectro cromático en las piezas de cristal, lo logró a través de una técnica lenta y cuidadosa conocida como rougissage oro, en la cual fusionaba el cristal fundido y el polvo de oro de 24 kilates. Si se pasaba la temperatura, no lograba llegar a ese tono rubí tan deseado y se ponía amarilla la pieza. Uno de los más excepcionales ejemplos surgió en la Exposición Universal de 1867, en París: el jarrón grabado por el artisan Jean-Baptiste Simon. Esta pieza de cristalería es conocida por su apellido. El único tono que no apareció a finales de la década de 1830 fue el negro. Su debut, en cambio, fue en 1844 y fue revivido por el diseñador Philippe Starck en 2003, con su colección Darkside, donde revisita algunos clásicos de Baccarat, como la lámpara chandelier Zenith.

El sonido de una copa

Mientras la nobleza veía cómo su personal doméstico disminuía en número, Baccarat llenaba la necesidad de tener cada copa con su propia función.

De izquierda a derecha, el vaso de agua, el de vino blanco, el del tinto, la del champagne y una más pequeña para el bajativo, así también surgían la botella de vino y agua. Fue en esa época que la fábrica abrió su primera tienda en París, sobre la calle 30 Rue de Paradis. Al mismo tiempo aparecían restoranes, como Beauvilliers y Le Grand Véfour (que aún existe), frecuentados por personajes de la talla de Napoleón, Josefina Bonaparte y Víctor Hugo. Por supuesto, su cristalería era Baccarat.

Ejemplo de estas piezas de servicio es la copa Harcourt. Fue creada en 1841 como un cáliz ceremonial. Tenía grabado el monograma real. ¿El motivo? El nacimiento del futuro rey Luis Felipe. Otras hicieron de la aplicación de oro y esmalte su mejor aliado. La técnica decorativa conocida en el Imperio Romano, que requiere de gran delicadeza de ejecución y concentración, la retoma Baccarat en la década de 1840. Algunos de los más bullados diseños son los adornos de los juegos de copa y servicio del Príncipe de Gales Eduardo VIII en 1930, el presidente Franklin D. Roosevelt con sus iniciales y banderas en 1936 y el del matrimonio del príncipe Rainiero y Grace Kelly en 1956. En tanto, las copas Tsar representan esa estrecha relación con la corte de los zares. En 1906, el zar Nicolás II de Rusia –admirador de estas artes decorativas– solicitó este trabajo especial llamado dentelle de cristal. Fue fabricado con un disco de diamante por el maestro Meilleur Ouvrier. Su tallado es rico y suele ser de cristal bicolor.

Su brillantez fue protagonista de las comidas, donde los invitados disfrutaban de caviar y de la opulencia de la época. A principios del siglo XX, uno de los tres hornos que se utilizaban para la fabricación de este cristal estaba dedicado exclusivamente para las comisiones de este país. Se conocía como “el horno de Rusia”.

En la actualidad, Baccarat está celebrando a lo grande su cumpleaños número 250. Durante la Semana del Diseño en Milán eligió la iglesia de San Carpoforo para contrastar la opulencia del cristal con el carácter austero de la primitiva piedra de fondo. Las vitrinas de los míticos grandes almacenes como Printemps Haussmann House o Harrods, o en sus mismas Mansiones Baccarat –en París y Moscú–, hacen gala de sus excepcionales y luminosas piezas de cristal. En Chile, y también Latinoamérica, en tanto, su representante exclusivo Stefan Joyeros (www.stefan.cl) cuenta con algunas de sus más finas colecciones en joyas, las que Baccarat comenzó a producir recién en 1993, y está a la espera de que llegue la edición limitada de aniversario.

 

  • En 2008 Baccarat inauguro su segunda “maison”, la de Moscú. A pocos metros de la Plaza Roja, el diseñador Philippe Starck restauro un palacete de 1895 situado sobre la calle Nikolskaya.

  • La exposición universal de París -de 1867-, donde Baccarat se internacionalizó.

  • Parte de su participación en Il Salone del Mobile en Milán 2014, donde exhibió una lámpara Zenith de 84 luces y una mesa puesta con sus íconos harcourt, mille nuits, claire de lune y vega.

  • Dibujo inédito del archivo de Baccarat (1858), parte de la exposición Baccarat: 250 años, en la maison Baccarat de París, que estará abierta hasta enero del 2015.

  • Fachada de la tienda de Baccarat en Nueva York, que se inauguró en 1948.

  • El florero Du Negus (1909) es una de las más impresionantes propuestas de Baccarat a principios del siglo XX.

  • La línea de joyería de Baccarat se estrenó en 1993; todos los años lanzan dos nuevas colecciones. En la foto, reedita su colección Medicis. A Chile la trae como representante exclusivo Stefan Joyeros desde hace cinco años.

  • Una nueva versión de su clásica lámpara chandelier Zenith: Alvorada.

  • La Maison Baccarat en París, inaugurada en 2003.

  • Portada del catálogo de Baccarat de las exposiciones universales (1867-1878).

  • Visita del Shah de Persia a Baccarat en 1905.

  • Dibujo del Jarron Simon, expuesto por primera vez en la exposición universal de 1867.

  • La nueva versión de la clásica copa Harcourt, creación del diseñador español Jaime Hayon: Harcourt Lolly (2009).

  • Imagen que data del año 1887 de los artesanos en la fábrica de Baccarat, en pleno ritual del soplado de vidrio.

  • Más de 100 diseños de frascos de perfumes fueron hechos por Baccarat, incluyendo uno de los perfumes más caros del mundo hoy, el Imperial Majesty, de Clive Christian, creado en 1872.

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