Italia es uno de mis países favoritos por lejos, y con este viaje volví a reafirmarlo. No sólo por su gastronomía inagotable, lugares cargados de historia y gente encantadora, sino por ese caos organizado que se deja ver en cada parte en que he estado. Partí a la Asti Experience invitada por el gobierno italiano, la idea era conocer todo el proceso de la producción de espumosos de la región de Asti.
Riccadonna es uno de los principales productores de vinos espumosos, los cuales se caracterizan por ser naturalmente afrutados y dulces, elaborados de uvas moscato que crecen en la zona ubicada en la región de Piamonte, al norte de Italia. La calidad viene garantizada por la apelación D.O.C.G. (Denominación de Origen Controlada y Garantizada) y por el hecho de que cada una de las botellas producidas viene identificada bajo una numeración específica, la cual es otorgada por el Consorcio del Asti y supervisada oficialmente por el Ministerio de Agricultura de Italia.
Aterrizamos en Milán para irnos directamente a Alba, una pintoresca ciudad ubicada a 152 kilómetros al suroeste; es famosa por la producción de avellanas –Pietro Ferrero fundó ahí su fábrica de chocolates en 1946–, la trufa blanca y, por supuesto, las viñas. Nos quedamos en Relais Villa D’Amelia, un hotel boutique realmente lindo. Está ubicado en la cresta de una colina entre frondosos bosques y avellanos Langa, con unas vistas impresionantes de los Alpes y los delicados viñedos Barolo. Son 37 habitaciones repartidas y perfectamente decoradas en una casona construida en el siglo XVIII. El lugar perfecto para empezar a descubrir este territorio mágico, rico en sabores y tradición.
Esa noche fuimos a comer a la Enoteca del Castello Di Mango, que se encuentra en una de las mansiones más impresionantes de la zona, en el corazón de una villa medieval. La Enoteca es un centro cultural activo, donde se realizan celebraciones importantes, conciertos, exposiciones de arte y otros eventos de la región. La comida fue espectacular, los platos 100% propios de la zona, entre los cuales destacaba la ensalada de conejo y el risotto al vino, por supuesto maridados con espumantes Riccadonna. La preparación perfecta para la vendimia que nos esperaba el día siguiente.
El segundo día nos levantamos temprano para ir al campo de Giuseppe Sandri, en Madonna di Como. En una gran casona rodeada de cerros completamente poblados de viñas, nos esperaban con el kit completo de cosecha: botas, guantes, tijeras y cajas. Así que una vez dadas las instrucciones, nos pusimos manos a la obra y a cosechar. No es tan fácil como parece, sí entretenido. Y formar parte del proceso hace que cada copa se valore más. Giuseppe lleva más de 50 años entregando su uva a Riccadonna y es el mediador entre todos los productores, ya que hasta el día de hoy funcionan como cooperativa, produciendo más de 100.000 kilos de uva al día.
A pesar del carácter artesanal que mantienen, se preocupan de mantener altos estándares de calidad y realizan casi todas las actividades “en familia”. Entre él y su hijo Antonio se preocupan de administrar los campos y coordinar las cosechas, mientras su señora se encarga de recibir a los visitantes con almuerzos tan tradicionales como abundantes, donde la premisa es el “fatto a casa”… ¡Mejor imposible!
En la tarde, después de visitar la Cantine Ronaldo y mostrarnos cómo recibían la fruta para convertirla en mosto, decidimos aprovechar la piscina y su vista; la siesta era inminente. En la noche el enólogo Lorenzo Barbero nos hizo una completa cata y nos explicó cómo maridar mejor cada uno de los espumantes. Nos explicó además que la empresa fue fundada en 1921 por el conde Riccadonna, que ha sido un negocio familiar que se ha consolidado de manera relevante en el mercado gracias a sus vinos. En su local principal, los 20 sótanos históricos –donde millones de botellas de vino han madurado– son su corazón y orgullo. El proceso de elaboración se desarrolla mediante el método Charmat, el cual es totalmente natural, sin adición de azúcar o de gas carbónico.
Comimos en el restorán del hotel, a cargo del chef Damiano Nigro, ganador de una estrella Michelin en el 2011. Su cocina se basa en la tradición culinaria piamontesa, en revisitar sus clásicos con un toque de creatividad y una gran atención a la investigación y el uso de los mejores productos locales. Fue por lejos el mejor vitello tonnato que he probado en mi vida.
La mañana siguiente dejamos Alba para ir a Novi Ligure, donde está la planta donde embotellan Riccadonna, la cual tiene 200.000 metros cuadrados y tiene una capacidad de producción de 160 millones de botellas al año en sus ocho líneas. Nos mostraron todo el proceso productivo desde que llegan los camiones con el mosto (jugo de uva). Aquí la tecnología toma protagonismo dejando atrás lo familiar y artesanal… al final del día, business is business.
Como broche de oro, almorzamos en la Villa Sparina. Al igual que Relais Villa D’Amalia, se construyó en el siglo XVIII, cuando parte de la estructura que vemos hoy era una finca agrícola, construida por el Marqués Franzoni de Génova. Está inmersa en los viñedos de Monterotondo, en pleno corazón de la famosa zona de Gavi. Cuenta con grandes bodegas que datan de la fecha original de la construcción, en perfecto estado, testimonio de la producción de vino que desde ese entonces era una prometedora industria.
Uno de sus restoranes es La Gallina, a cargo del chef Massimo Mentassi, quien se encargó de deleitarnos con preparaciones piamontesas en un menú de cuatro tiempos, siempre maridados con espumantes de la zona. ¡Volvería por esos maltagliati ahora mismo!
La experiencia es corta, pero vale la pena 100%, y la recomiendo incluso como panorama familiar, ya que empapa de todo el romanticismo y tradición que implica la vendimia italiana. Los paisajes son maravillosos y cada pueblo cuenta con su castillo, iglesia y plaza característica.
Tours Ricadonna: Nicolas Vilcinskas, Nicolas.Vilcinskas@campari.com
Relais Villa D’Amelia: www.villadamelia.com
Villa Sparina: www.villasparina.it