Chatsworth es uno de los lugares más visitados de Inglaterra. Ubicado en la zona central del país, en el Peak District –norte de Londres, este de Liverpool–, no sólo atrae por su arquitectura barroca, jardines y parque, sino también por su inmensa colección de arte. Una colección que no es nada reciente, sino que se ha ido formando a lo largo de dieciséis generaciones de la familia Devonshire. “Chatsworth es una expresión de gusto contemporáneo. Parece una afirmación absurda para una casa construida entre 1687 y 1707, pero lo cierto es que es producto del coleccionismo de la familia a través de los años”, dice Hannah Obee, curadora de la colección. “Los espejos del State Apartment, por ejemplo, son de 1705, pero en su minuto utilizaron la última tecnología en la fabricación de vidrio. Lo que nosotros consideramos tradicional, en su momento fue tan innovador como lo es hoy la impresión en 3D”.
Con esto en mente, Obee empezó a dar forma a la exposición Make Yourself Comfortable at Chatsworth, que reúne una treintena de sillas, asientos y bancas de artistas y diseñadores de todo el mundo. Aunque en el castillo se hacen permanentemente muestras de arte –sin contar las innumerables visitas guiadas a su colección–, esta es la primera sobre diseño. “El objetivo, en todo caso, no es dar una mirada general al diseño contemporáneo, sino más bien usar ciertos diseños contemporáneos para reinterpretar el espacio histórico: cada pieza fue seleccionada por su conexión con un aspecto de Chatsworth”, explica la curadora de la exhibición.
Entre las piezas hay algunas que forman parte de la Colección Devonshire, como las Clay Chairs, de Maarten Baas, y la Enignum Chair, de Joseph Walsh, además de otras dos adquiridas recientemente por los duques: Drift, de Amanda Levete, y Kröller Müller, de Piet Hein Eek.
También hay obras comisionadas especialmente para Chatsworth con resultados asombrosos. La instalación Endgrain estuvo a cargo del estudio londinense Raw Edges y fue pensada para la galería de las esculturas que mandó a construir el sexto duque de Devonshire en el siglo XIX. Ya en esa época se quería inyectar color al espacio, lo que finalmente se hizo a través de la inserción de mosaicos en los pedestales de las esculturas. Estos paneles fueron la inspiración para que Raw Edges creara una serie de bancas recubiertas con sus famosos mosaicos de madera teñida. Al escultor Tom Price, por otra parte, se le encargó crear asientos para la capilla del castillo. “En toda la casa hay una interacción fascinante entre lo natural y lo artificial”, explicó el artista a un diario británico. “Quise celebrar esta superposición entre naturaleza y artesanía combinando materiales nobles y sintéticos y así crear objetos que parecen minerales pero que en realidad han sido completamente hechos a mano”. Su obra Counterpart consiste en dos bloques rectangulares enfrentados: uno hecho de carbón, en alusión a los derechos de los Devonshire sobre las minas del sector, y el otro de resina transparente, en referencia a la colección de joyas de la familia.
Hay muchos otros diseños interesantes, desde la Canvas Chair, hecha por el estudio japonés YOY, que consiste en un bastidor con forma de sillón, a la Long Form Library de Thomas Mills, especie de mecedora que contiene todos los libros posibles y en la cual es posible instalarse a leer. Cada uno de estos asientos no sólo reinterpretan el espacio histórico y la colección, sino también y fundamentalmente cambian la experiencia en el castillo: una visita que en general se plantea como pasiva es suplantada por una más participativa, desafiando la percepción de Chatsworth como un lugar del pasado y por lo tanto irrelevante para la vida moderna.
Hasta el 23 de octubre. www.chatsworth.org