Vacaciones

Editorial

«A veces no reconoces el verdadero valor de un momento hasta que se transforma en un recuerdo”, escribió Iman días después de que muriera el hombre que fue su marido por más de veinte años. Y lo cierto es que David Bowie no morirá jamás, justamente porque va a vivir en la memoria de los que tenemos ya cierta edad. Sus discos fueron la banda sonora de más de algún verano en esos años en que uno mismo grababa los casettes con varias canciones y los titulaba como “Verano 90”. Bowie fue un adelantado para este mundo entero: excéntrico, elegante, con un pie en la tierra y otro en el espacio… Es verdad que no era de este planeta. Siempre me fascinó él, su rareza, su música y sus videos.

Los veranos son perfectos para transformar momentos en buenos recuerdos. En las vacaciones estamos predispuestos a pasarlo bien, a descansar, a salir del tedio del día a día, y por lo mismo ojalá lo hagamos todo bien distinto a como lo hacemos el resto del año. Me hizo tanto sentido el comentario que me hizo un doctor el otro día. Hace años que decidió veranear en mayo porque su rutina transcurre principalmente atendiendo a pacientes, y por lo mismo hablando mucho, por eso lo que menos quiere es seguir socializando. Tampoco soporta ir a la playa y tener que reservar para comer afuera. “¿Pero cómo voy a reservar si estoy de vacaciones? ¡Se supone que no sé lo que quiero hacer!”.

Tiene toda la razón. Muchas veces uno cae en esas tonteras, pero la gracia debiera estar en improvisar y dejarse llevar. Con las casas de veraneo debiera pasar lo mismo, tienen que ser más sueltas y pensadas para lo impensado, como alojar a más amigos de los que se había invitado, hacer almuerzos sin saber cuántos llegarán realmente o dormir una siesta donde se le cerraron los ojos. Para que realmente sean vacaciones, la cosa tiene que ser poco estructurada e informal… Y siempre con un buen playlist de fondo. ¡Let’s dance!

Magdalena Bock, Directora
magdalenabock@ed.cl