Una construcción geométrica, moderna, de acero y hormigón resalta entre los edificios cubiertos de ventanales que hay entre las calles Rosario Norte y Presidente Riesco. Hace cuatro años que comenzó a construirse y por fin la obra a cargo del arquitecto Renzo Zecchetto está terminada. Lo que llama la atención de los transeúntes es sólo la parte visible del Centro de las Artes 660 (CA 660), un espacio multipropósito en el que se reúnen las artes visuales, la música y el teatro. El centro cultural tiene una superficie de catorce mil metros cuadrados y la mayor parte está bajo tierra.
Una secuencia de espacios descendientes forman parte de este recorrido que empieza en el jardín de las esculturas, diseñado por el también arquitecto Flavio Zecchetto y el paisajista Juan Grimm. Ahí se pueden ver las obras de Giorgio de Chirico, Salvador Dalí, Roberto Matta, Fernando Casasempere y Auguste Rodin, todas de bronce y dispuestas sobre un patio de adoquines que da al primer nivel, es decir el -1. Al bajar se encuentran las salas de exposición, el café y el teatro, con capacidad para más de 800 personas. La amplitud, la iluminación cálida y el silencio hacen que uno se olvide de lo que pasa fuera. Esta independencia, y al mismo tiempo la conexión que tiene el lugar con la rutina cotidiana de miles de personas no fue algo que se dio por casualidad, sino que “involucró modificar algunas estructuras existentes y remover los obstáculos para que la experiencia de recorrer el centro cultural sea entendida como una totalidad independiente, única, abierta y accesible”, explica Renzo Zecchetto.
Este mega proyecto nació como una iniciativa de la Fundación Corpartes, de la familia Saieh, que busca ampliar el acceso a la cultura y crear un punto de encuentro para las distintas disciplinas. Desde su apertura, en agosto del año pasado, el lugar ha sido escenario de importantes obras de teatro, como Miss Knife, canta Olivier Py; de danza, como Without stars y There we have been, del bailarín James Cousins; de conciertos nacionales e internacionales, como el de la Orquesta Filarmónica de Dresden; y de la inédita exposición de Joan Miró, actividades que han convocado a miles de personas.
Pero además tiene una exposición permanente de Roberto Matta, que rinde un homenaje al artista chileno. Su obra Ètre Atout fue puesta en una pieza oscura en la que las cinco telas, hechas en 1960, conforman un cubo abierto que parece estar flotando. “Para crear una secuencia de preparación para esta experiencia, quisimos crear una degradación lumínica desde el blanco de las galerías adyacentes al negro de la instalación, marcando la transición con cortes lumínicos”, cuenta Renzo. El efecto de las luces hace que resalten los tonos blancos y dé la sensación de que algunas figuras salen de la pintura (como si se tratara de una forma en tres dimensiones).
El nivel de detalles de la construcción permite asegurar la calidad de cada exhibición. Un ejemplo de esto es el teatro polifuncional que tiene una acústica natural casi perfecta. “Seleccionamos y dispusimos en el espacio materiales con distinta masa y absorción para cumplir con las distintas exigencias de cada modalidad teatral. En un espectáculo de teatro se despliegan cortinajes detrás de muros perforados para absorber el sonido y hacerlo más inteligible. En un concierto de acústica natural se hace lo contrario, para que el sonido vuelva a la sala reflejado en las duras superficies”, explica Renzo. Todo se hizo pensando en la acústica: las lámparas no tienen transformadores, el aire acondicionado es entregado a muy baja velocidad a través de los pedestales de los asientos, y los tapices cubren sólo una parte de la butaca, para que el resto magnifique el sonido reflejado en el piso.
Para completar el panorama cultural, se acaba de inaugurar un restorán en el primer nivel. Se trata del Cívico, que ya tiene una exitosa primera versión en el centro de Santiago, cuya arquitectura y mobiliario estuvieron también a cargo de Cristián Valdés. Por su parte, el chef Bastián Ruiz repite la carta centrada en preparaciones típicas chilenas; el plato estrella es la plateada de wagyú sobre ñoquis al eneldo. Una novedad: si quiere puede dejar su pedido hecho, ir a ver el espectáculo y volver directo a comer. Imposible más cómodo.
El teatro tiene la particularidad de adaptarse a las distintas artes, como música, teatro, danza y cine. Gracias a su tecnología, se ajusta para convertirse en el escenario ideal para cada disciplina. En él caben más de 800 personas.
El teatro tiene una acústica natural ajustable.
Gracias a su estructura y materialidad, tiene la capacidad de cambiar de un ambiente acústico reverberante a uno más apropiado para la opera y el teatro.
La cafetería del primer piso está a cargo del restorán Cívico.
Las salas de exhibición tienen una superficie de 848 metros cuadrados.
En los pisos de las galerías se instalaron pequeños adoquines de madera por su mayor resistencia y facilidad de reparación, tal como se usaba en las fábricas de Estados Unidos en los años 50.
Las salas cumplen con los estándares internacionales de climatización e iluminación para poder recibir exposiciones itinerantes de la más variada naturaleza.
En el Jardín de las Esculturas se encuentran obras de Giorgio de Chirico, Salvador Dalí, Roberto Matta y Auguste Rodin.
En la tienda se pueden comprar todo tipo de objetos con la temática de las exposiciones que se están llevando a cabo.
La Sala Matta contiene la obra Etre Atout del artista chileno Roberto Matta.
El restorán Cívico ofrece una novedosa propuesta de comida chilena, muy bien preparada.
